Ayahuasca es un término quechua que refiere tanto a una enredadera como a un té obtenido por su decocción junto con otras plantas. La bebida está conformada por la corteza de la propia ayahuasca (Banisteriopsis caapi) con las hojas de chacruna o chacrona (Psychotria viridis). También puede incluir chagropanga o chalipanga (Diplopterys cabrerana).
Se cree que los primeros en utilizar el té fueron las antiguas tribus de la cuenca del Amazonas hace cientos de años debido a su actividad medicinal. En general, quienes recurren a esta bebida buscan su desarrollo personal o la sanación de distintas enfermedades.
De acuerdo a una investigación publicada en The Mental Health Clinician, su efecto alucinógeno se debe en parte a la NN-dimetiltriptamina o DMT. Esta es una triptamina psicodélica que poseen las plantas de chacruna y de chagropanga y que cuenta con una estructura similar a la serotonina.
Sin embargo, es degradada por el tracto gastrointestinal y el hígado. Por eso, para que el efecto se produzca, es necesaria su combinación con la planta de ayahuasca. Esta posee alcaloides que activan el DMT para generar la experiencia psicodélica por 4 a 6 horas. De este modo, aumentan el flujo sanguíneo de las partes del cerebro que participan en la regulación de las emociones y la memoria.
Hoy en día, se utiliza para ritos espirituales y se ha expandido por el mundo. Incluso, existen iglesias que la emplean, como es el caso de Santo Daime y la União do Vegetal en Brasil. Sin embargo, en la mayoría de los países se encuentra en un vacío legal que termina ocasionando problemas para quienes la consumen. De hecho, Perú es uno de los pocos países del mundo que ha legalizado esta bebida.